sábado, 1 de abril de 2017

Alex, el loro que todo mundo quiere tener


Alex, el papagayo parlanchín de Irene Pepperberg, al que dediqué mi charla en Naukas Bilbao dos mil doce, era un bicho sorprendente. No fue escogido por ser singular, Irene lo escogió al azar, no deseaba probar hasta donde podía llegar un animal inusual, deseaba ver “qué había dentro de la cabeza” de un papagayo gris africanocualquiera.

Mas la verdad es que Alex jamás fue un papagayo cualquiera, como todo animal que se relaciona socialmente, Alex tenía personalidad, y no de cualquier clase, sino más bien una realmente fuerte. Siempre y en toda circunstancia fue el papagayo dominante del laboratorio y siempre y en todo momento tuvo intimidados a sus compañeros, a los que interrumpía en las sesiones de adiestramiento con preguntas propias e inclusive les llegaba a advertir cuando sus contestaciones eran equivocadas. Si su compañero “Griffin” respondía mal a una pregunta, Alex acostumbraba a decirle a voces “Say better!” (“¡Dilo mejor!”) las palabras que los adiestradores utilizaban con él cuando se confundía.

Estaba habituado a encontrarse siempre y en toda circunstancia en un sitio superior al resto de sus compañeros, en las fotografías en las que aparece Irene con sus papagayos, siempre y en todo momento es Alex el que está más cerca de ella, ¡no dejaba otra cosa!


Se habituó a percibir todo cuanto solicitaba, puesto que esto formaba una parte de su adiestramiento, algo que llego a transformarlo en un autentico cacique alado. Los becarios que cooperaban con la investigación se llamaban a sí mismos “esclavos de Alex”, corrían de forma continua de un lado para otro del laboratorio al son de: “quiero agua”, “quiero hombro”, “quiero ducha”, “quiero nuez”… indudablemente había de ser ameno para Alex.

Hay una anécdota que me habría agradado contar en la conversación, mas no pude por carencia de tiempo.

En contraste a en “The Alex Studies“, Irene Pepperberg en su libro “Alex and Me” hace singular hincapié en las anécdotas del día tras día con Alex, al leer el libro es simple descubrir su personalidad que escondía bajo las plumas.

En una ocasión Irene deseó probar la inteligencia de sus papagayos grises con un test que ya habían superado exitosamente los cuervos del naturalista Bernd Heinrich. La prueba es sencillísima de explicar, el ave se halla sobre un palo, y de este cuelga una cuerda, en el extremo de exactamente la misma hay un pedazo de carne, el ave debe tirar de la cuerda usando su pico y sus patas para aproximar el comestible. Semeja fácil, mas para superarlo el animal debe tener un plan mental de qué desea lograr, y el procedimiento por el que va a lograrlo. Además de esto, para un ave, que solo cuenta con su pico y las patas sobre las que se sosten, no es nada simple regularse para; tirar de la cuerda, pisar la cuerda excedente, regresar a tirar, y de esta manera consecutivamente.

BERND HEINRICH (mil novecientos noventa y cinco). AN EXPERIMENTAL INVESTIGATION OF INSIGHT IN COMMON RAVENS (CORVUS CORAX)
Heinrich, que tiene una psique efectivamente creativa, había concebido este test para probar la inteligencia de los cuervos, anudó un pedazo de carne con una cuerda, y esta a la rama de un árbol, entonces solo aguardó y observó. Los cuervos superaron la prueba velozmente, sin prueba y fallo, y sin adiestramiento alguno, sencillamente entendieron el inconveniente y le pusieron solución.

Irene halló el artículo de Heinrich bien interesante, y ese año (mil novecientos noventa y cinco) deseó probar a sus papagayos grises. En vez de emplear carne, anudó a la cuerda una campana, la preferida de aquellos seres emplumados.

Primero fue el turno de Kyo, Irene lo puso sobre su percha, mientras que debajo colgaba la cuerda. Kyo miró la cuerda y la campana, entonces empleó su pico y una de sus patas, fue tirando y soportando la cuerda, tal como lo habían hecho los cuervos, y lo logró, superó la prueba de forma rápida y a la primera.

Entonces llegó el turno a Alex, Irene sospechaba que no iba a ser simple, debía motivarlo singularmente, por esta razón en vez de colgar un juguete usó lo único que podía agradarle más que eso, una sustanciosa almendra.

Puso a Alex en la percha. Alex miró cara abajo y volvió la mirada cara Irene. No hizo nada. Ella estaba pendiente pensando exactamente en qué diablos estaría pasando por la cabeza de Alex… y tras unos segundos lo descubrió, Alex afirmó “Pick up nut” que vendría a ser algo de esta forma como: “Recoge la nuez”.

Irene le respondió “No, Alex recoge tu la nuez”, entonces le devolvió la mirada y le afirmó “¡Recoge la nuez!” de forma más brusca.

Irene trató de persuadirlo, mas fue imposible. Esto impidió que Irene publicase los resultados hasta muchos años después, cuando tuvo en su laboratorio otros papagayos grises.

Aprende más sobre Alex, el loro experimento en: el loro más inteligente del mundo

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